Segundo día de nuestra ruta desde Bonales hasta río Borosa, partimos con las primeras luces del alba desde el refugio de Campo del Espino, la noche ha sido tortuosa por la "guerra" de ronquidos que han mantenido los Emilios, Kiki y Antonio Flor todo un elenco de sonidos que casi hacen que a las tres de la mañana nos pusiéramos a andar porque era imposible conciliar el sueño.
Tomamos el camino hacia el refugio de Rambla Seca, por los Campos de Hernán Perea y a menos de un kilómetro nos aparecen las señales indicativas hacia otra pista a la derecha que nos acerca a la cordillera del Banderillas que ya vemos al fondo.
Una vez que bordeamos el Pinar Negro ignoraremos un carril que nos sale a la derecha y seguimos hacia el frente a un mirador natural que será nuestra primera parada para admirar las vistas.
Una espléndida balconada sobre el llamado "Recó del Aguasmulas" con el Castellón de los Toros en primer plano, la Tiná de las Hoyas, la Sierra de las Villas al fondo, el Valle del río Guadalquivir y toda una innumerable serie de montes y cerradas.
Seguiremos ahora subiendo por la pista que nos conducirá casi a los pies del Banderillas, entre alguna que otra fuerte subida iremos poco a poco ganado altura.
A la izquierda se nos muestra el Pinar Negro en toda su expresión, la única zona arbolada de todo los Campos de Hernán Perea y que cada primavera reciben a los rebaños que pasan el verano degustando sus jugosos pastos.
A la hora y algo aproximadamente finaliza la pista y tomaremos un sendero a la izquierda de una gran piedra, llama la atención la cantidad de boj que vemos a pesar de estar a más de 1800 metros de altitud.
Aprovechamos para hacer otra miradita hacia la inmesidad de montes que se divisan bajo la mole del Banderillas.
Llegamos a la cima donde se encuentran la caseta de vigilancia y el refugio del Banderillas, pero si queremos hacer cima debemos de tomar la cuerda que sale hacia la derecha y llegar al hito que corona los 1993 metros de este coloso de la Sierra del Segura.
Dedicamos unos minutos a admirar la grandiosidad de las vistas con el Yelmo de Segura, los Campos de Hernán Perea, la Sierra de las Villas, el Gilillo, el Empanadas, el Cabañas, ....y tantos y tantos lugares emblemáticos no solo de este Parque Natural sino de otros próximos de Albacete y Granada.
A continuación nos disponemos a "surcar" la Cuerda del Banderillas, un lugar pedregoso y dificultoso de andar pero para nada peligroso. Eso si debemos de ir por el vértice y no abandonarlo ya que tomar una senda a un lado u otro nos puede llevar en unos minutos a tener que rectificar unos cuantos metros de desnivel.
Es curioso el mirar a un lado y ver la inmensa altiplanicie de los Campos de Hernán Perea y a la derecha los profundos valles que conforman ese lado del Banderrillas. Dicen que esos bastiones inmensos son los que sostienen a la gran llanura para que no se "despeñe" hacia el Valle del Guadalquivir. Y ciertamente si que lo parece.
Algún paso complicado en el que hay que utilizar a manos, pero nada que no se pueda hacer con un poco de ayuda y voluntad.
Cuando la cuerda va perdiendo pendiente llegaremos a un collado en el que nos aparecen un sendero que nos bajaría hacia el Pinar Negro y otro a la derecha que nos conduce hacia el Tranco de Perro, otro espectacular lugar que es nuestro próximo objetivo.
Una pequeña brecha realizada artificialmente para que el ganado pueda moverse de un lado a otro de la Cuerda de Banderillas es el llamado Tranco del Perro. Lugar por el que extremaremos la precaución ya que se encuentra en un estado de abandono total el sendero y realmente es una pena que la Administración deje que se pierda este.
Tal como terminamos el paso del Tranco del Perro nos aparece ante nuestros ojos el Collado de Roblehondo, que separa las aguas que de su lado derecho van al Aguasmulas y el lado izquierdo hacia el Borosa.
Vemos los farallones que soportan a la mole del Banderillas y parece mentira que entre ellos hayamos pasado hace muy poco.
Pasaremos al otro lado de la ladera tras cruzar el collado de Roblehondo e iremos bajando por ese sendero que se dirije hacia el cortijo del mismo nombre.
Una próxima parada es la zona del arroyo de los Villares y las cortijadas del mismo nombre, desde su "porche" tenían unas inmejorables vistas de la cabecera del río Borosa.
Un largo sendero entre pinares nos conducirá, después de unas diez horas de marcha, hacia el inicio de la ruta del río Borosa, lugar donde finaliza unas fantásticas jornadas en plena naturaleza y rodeado de buena gente. El final del día,degustando unas frescas cervezas y comida de la zona es otro momento glorioso y en la que se comentan las vicisitudes de la ruta y se discute sobre cual será la siguiente allá por el mes de octubre. Eso ya lo dejamos para nuestro "macho alfa" y presidente Kiki.
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