Unos gritos roncos, asperos y parecidos a algo así como un "kirrik" delatan la presencia de esta pequeña ave marina que durante el invierno es visible por la Bahía de Cádiz. Fuera de esa temporada se encuentran en alta mar donde vuelan de forma incansable hasta detectar algún pez somero en el agua y lanzarse en un precioso y preciso picado para atraparlo.
Anidan en colonias muy juntos unos de otros y su abundancia depende de lo abundante que sea la zona en pequeños peces (morralla) y en nuestro caso lo que le permita a gaviota patiamarilla que prolifera una enormidad y es predadora de todo tipo de estas pequeñas aves y sus puestas y polluelos.
Su moño negro, punta del pico amarilla lo hacen inconfundible, además de su estilizada figura con cola ahorquillada y alas puntiagudas y grisáceas.