Para los amantes de enriquecer las vistas y poco dados a las grandes rutas pirenáicas, el cañón que ha horadado el río Bellos en pleno Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en Huesca, es un lugar maravilloso para recrearse en una obra maestra más de la naturaleza. Y el puente que da acceso a la Ermita de San Urbez uno de esos lugares donde la contemplación simplemente nos proporciona un gran placer.
El Cañón de Añisclo es una profunda herida que el río ha ido haciendo poco a poco en su correr diario y que se extiende más de 25 kilómetros desde las mismas faldas del Monte Perdido hasta el Valle de Aso. El fenómeno se da porque sus aguas son un poco ácidas y eso es lo que provoca la erosión de la roca caliza.
La zona más estrecha del cañón se da en las cercanías de este puente y sobrecoge el asomarse a su borde y ver abajo las aguas color turquesa encauzadas entre grandes paredes.
Con tan solo cruzar el río podemos acercarnos a la diminuta ermita de San Urbez que se encuentra incrustada en una de esas enormes paredes verticales. El acceso a este peculiar lugar se hace desde Ainsa, hay que tomar la carretera hacia Francia y a la altura de Escalona encontraremos las señalizaciones convenientes que nos llevan hacia el Cañón de Añisclo, en verano el recorrido es circular por la gran afluencia de visitantes y la estrechez de estas carreteras de montaña.