Sin duda alguna la mejor atalaya para terminar un día por e Desfiladero de La Hermida, Cantabria, es el mirador de Santa Catalina, un lugar privilegiado desde donde admirar de otra forma la grandeza de esta hendidura natural. Para llegar al mismo debemos de tomar un desvío, si vamos de Potes a Panes, a la izquierda que sale del pequeño pueblo que da nombre al desfiladero, en dirección a Cicera y Piñeres.
La carretera es estrecha y sinuosa y en pocos kilómetros ascenderemos muchos metros, y antes de llegar al famoso mirador de Santa Catalina tendremos un buen aperitivo como es el mirador de Verdeja. Hay un pequeño aparcamiento donde dejar el coche y en unos metros nos asomaremos a este mirador que deja entrever el famoso desfiladero.
Seguiremos unos pocos kilómetros más hasta que encontraremos un pequeño desvío entre los pueblos de Cicera y Piñeres que nos marca el mirador a tan solo 1500 metros. Una buena opción puede ser el dejar el coche ahí y hacer el trayecto andando en constante subida por entre un fenomenal bosque de hayas en el monte Hozarco.
Si no tenemos ganas de andurrear hay aparcamiento suficiente en las inmediaciones del mirador, y una vez allí disfrutaremos de increibles vistas hacia el fondo de ese cañón horadado por el río Deva a lo largo años y años de discurrir.
Este es el lado más profundo del desfiladero y se alcanzan alturas de hasta mil metros desde abajo la carretera hasta los picos más altos.
También a este mirador se le conoce como la "Bolera de los Moros" por el castillo altomedieval que apenas se conserva junto al mismo y que evidentemente estaba situado en punto estratégico para controlar las comunicaciones entre Carmona y La Hermida.
Por si fuera poco para los amantes a la ornitología este es un fenomenal sitio para ver aves rapaces y buitres que sobrevuelan por arriba y por debajo nuestra y que se prestan a bonitas fotos.