Si subimos desde Sort hacia el valle de Jesui nos encontraremos a los tres kilómetros un desvío hacia la izquierda donde nos indica el pequeño pueblo de Olp, con tan solo medio centenar de habitantes, pero coqueto y con unas explendidas vistas del Pallars Sobirá.
Merece la pena que nos demos un paseo por la zona alta del pueblo, a la que es mejor acceder desde la plaza de la iglesia y tomar la callejuela que nos sube hasta esa zona desde la que tendremos buenas vistas de todo el valle y el pueblo a nuestros pies. En el camino irán surgiendo diversos rincones que nos llamaran la atención.
Al parecer en su momento llegó a haber un castillo del que apenas quedan restos y que fue asediado y destruido, por ello se hace una representación todos los años para conmemorar dicho acontecimiento histórico.
Diversas fuentes jalonan el paseo hacia la parte superior.
El empedrado original todavía se conserva en algunos tramos de la subida, gracias a que faltaron dineros para una restauración un tanto "modernista".
La piedra, el hierro y la madera están revestidas de la belleza que dan los años que tienen y aún así continuan prestando un gran servicio en un lugar donde el frío, los vientos, la nieve y el agua son habituales durante gran parte del año.
En su parte baja nos llama la atención su iglesia con el campanario que toca todas las horas del día, excepto la noche, cada cuarto de hora, de forma que los habitantes de antaño sabían perfectamente que hora era dependiendo de los toques que daban cada cuarto de hora.
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