Si hablamos del oso cualquiera puede pensar en Somiedo, Asturias, y así es para la gran mayoría de naturalistas que acuden a intentar ver al plantígrado. Pero además de esa especie en gravísimo peligro de extinción, merece la pena detenernos en el pueblo y dar un cómodo paseo por sus frescas calles.
El estar enclavado entre escarpadas montañas y cruzado por un río le confieren una singularidad que lo hacen si cabe más bello.
Los tradicionales horreos asturianos son transformados en museos expuestos a los viandantes.
Somiedo y naturaleza son sinónimos y por ello la inmensa mayoría del pueblo vive por y para ella. Está declarado reserva de la biosfera y alberga una inmensa riqueza natural como oso, lobo, urogallo, águila real, buitre leonado, etc. El verlos dependerá, además de la suerte, de la paciencia y el tiempo que tengamos.
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