El blanco de la cal, las macetas pintadas de colores, el entorno montañoso, la cercanía del mar, las calles estrechas y empinadas, los escalones, la limpieza, la herencia morisca, los cultivos tropicales, la tranquilidad y todo un largo etcetera hacen de un paseo por Figiliana (Málaga) una magnífica experiencia para cualquier visitante (y no son pocos) que decidan acercarse a ese bonito pueblo de la axarquía malagueña.
No llegar muy tarde a las proximidades del pueblo para poder aparcar sin problemas es una recomendación que sobre todo en puentes y verano es más que necesaria, ya que esta localidad es cada vez más conocida y son miles las visitas que recibe.
Recomiendo un paseo tranquilo por sus calles, dejandonos llevar por nuestra intuición, primero subiendo a la parte alta del pueblo. Incluso podemos llegar hasta la zona de pinar que existe en la parte de la loma que sustenta el pueblo. Allí podemos ver también mejores perspectivas del pueblo y de las Sierras de Almijara, Tejeda y Alhama que practicamente desembocan en las espaldas de Frigiliana. Incluso si tenemos un poco de paciencia y algo de silencio tendremos la oportunidad de observar las cabras montesas que se acercan a los alrededores.
Luego bajaremos otra vez a las calles del pueblo y seguiremos nuestro periplo por el mismo hasta que nos cansemos y decidamos hacer parada y fonda en alguno de los muchos bares y restaurantes del pueblo donde poder degustar su variada gastronomía.
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