martes, 27 de octubre de 2015

Pozo da Ferida, Lugo

El interior del Concello de Viveiro, Lugo, encontramos verdaderas joyas escondidas y que la verdad no son puestas en valor ya que el simple hecho de acercarnos a verlas se puede convertir en un suplicio si no nos armamos de paciencia e intuición por llegar hasta ellas. Este es el caso del Pozo da Ferida un impresionante salto de agua rodeado de exuberante naturaleza.


En primer lugar saldremos de Viveiro dirección Lugo, para poco después tomar un cruce a la izquierda en el que indica varios lugares pintorescos (hay que hacer una raqueta primero a la derecha para cruzar la carretera). Esta carretera, entre otros lugares hacia Chavín, pero al poco veremos a nuestra izquierda un letrero que nos indica hacia el Pozo da Ferida. Comenzaremos a subir por una estrecha carretera entre eucaliptos y de vez en cuando aparecerá un letrero de nuestro destino. Son unos 8 kilómetros hasta que aparece un letrero de Loureiro, tomaremos ese pequeño carril que a unos cientos de metros se convierte en tierra. Dejaremos el coche ahí.


Andaremos unos metros y aparece una cancela a nuestra derecha y otra indicación, la cruzaremos y andaremos por una senda rodeada de eucaliptos y grandes helechos.



Comenzaremos a bajar y en una curva a la izquierda aparece un senderito que se adentra hacia el río y en el que observaremos un pequeño adelanto de lo que nos espera luego. Es en este remanso y pequeño salto de agua donde nace la cascada que veremos más abajo.



Volvemos al carril y descenderemos bruscamente, pero sin ningún peligro, y a poco más de trescientos metros aparece una construcción antigua como de un molino o algo así. Detrás de esta nos aparece el Pozo da Ferida.


Una sensacional cascada de unos 30 metros de altura y una gran poza que la recibe. Como todo en esta preciosa tierra gallega tiene una historia detrás y en este caso al parecer una buena mujer iba cargada con hierba cortada para dejarla en la cuadra y callo de bruces en dicho pozo del que nunca pudo levantarse. Y es que por aquí las meigas andan por todas partes.


El lugar es una delicia, rodeado de una vegetación de ribera bien conservada y sobre todo de una tranquilidad y frescor envidiable en los días de calor.


Merece la pena el pasar algún que otro "sofocón" para dar con este lugar tan bonito y tan cerca de lugares muy concurridos como la ría de Viveiro y sin embargo tan lleno de soledad.




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