Que Andorra es el paraíso para el senderista es algo más que evidente para cualquiera que haya pasado unos días en ese precioso país, pero además te ofrece la posibilidad de ascender un casi tres mil a través de un valle espectacular como el de Ransol.
A través de Canillo se llega a Ransol y seguimos las indicaciones para el valle del mismo nombre, por una carretera estrecha pero cómoda.
Justo en este puente acaba la carretera, aparcamos y nos preparamos para una buena ascensión al Pic de la Serrera. Las indicaciones, como en todo este país, son claras y perderse es francamente difícil.
Eso si, como siempre que estemos en los Pirineos debemos de ir siempre preparados para el frío y el calor, además de unas buenas botas.
La ascensión comienza de forma inmediata y la tropa se pone en marcha de forma rauda y veloz.
Un caudaloso arroyo nos acompañará durante toda la travesía hasta el último estany.
Las cascadas se suceden propiciando bonitas fotos.
La cuesta se empina y el personal se resiente y protesta, llegando a haber incluso algún conato de deserción.
El estany está rodeado de nieves, aunque estemos ya a mediados de julio, y anima bastante al personal ya que se disponen a disfrutar un poco del blanco manto que recubre parte de las laderas.
El Pic de la Serrera se ofrece majestuoso al fondo y dejo a la tropa recuperando mientras intento su conquista.
Esta se produce tras 45 minutos de fuerte marcha, pero a través de un cómodo sendero.
Las vistas no merecen ningún comentario, hablan por si solas. Son 3-4 horas de ascensión hasta los más de 2900 metros que tiene dicho pico y que bien merecen la pena.
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