Con tan solo 1 kilómetro2 de extensión Castelfollit de la Roca es un pequeñísmo pueblo de la comarca catalana de la Garrotxa, y su encanto reside precisamente en el poco tamaño que tiene y que está delimitado por el lugar donde se sustenta. Entre el río Fluviá y Toronell se levanta una gran pared de basalto de más de 50 metros sobre la que se encuentra esta maravilla.
Deberemos aparcar a la entrada al pueblo, en el que tenemos algún solar preparado al efecto, y andar en dirección hacia el casco antiguo de origen medieval.
Sus estrechas calles nos conducen hasta el final del pequeño recorrido en el que tendremos el colofón a nuestra visita, mientras tanto merece la pena detenerse en los variados rincones que aparecen.
Al poco llegaremos a la plaza mirador Josep Pla y ante nosotros se nos ofrece un espectáculo sin igual, un valle fertil con un verde intenso y las paredes de basalto que se desploman.
En tiempos anteriores esta ubicación eran estrategicamente insuperable por la dificultad que suponía el asaltar el pueblo defendido por las alturas de sus paredes circundantes y hoy día son un atractivo turístico por lo peculiar de sus casas expuestas al precipicio.
Una vez finalizada la visita podemos detenernos en la carretera de acceso, abajo en el valle, y tomar algunas instantáneas muy peculiares de este bonito pueblo de Girona al cual se accede desde Figueres por la C-260.
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