Montblanc parece que todavía rebosa la esencia de cuando fue creada por Alfonso II, el casto, y es que su conjunto de calles y muralla medieval conforman un lugar donde el tiempo parece que se ha detenido. Este bonito pueblo es la capital de la comarca de la Conca de Barberà, en Tarragona, y bien merece un buen paseo por sus antiguas calles.
Cercano a la Costa Dourada recibe a miles de turistas deseosos de poder cambiar lo masificado de las playas a lo tranquilo, sugerente y delicado que conforma este núcleo urbano del interior de Cataluña.
Los edificios, palacios, iglesias, torres, museos... son innumerables para visitar, pero tan solo el mero hecho de la contemplación dando un paseo es suficiente para darse cuenta de la importancia que ha tenido este pueblo y de los bien conservados que están la inmensa mayoría de las edificaciones.
El nombre le viene dado porque el núcleo primario se situaba sobre un pequeño montículo (mont, en catalán) y que además era un sitio poco fértil (blanch, en catalán medieval).
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