miércoles, 5 de agosto de 2015

Playa de Las Catedrales, Lugo

Sin duda uno de los mayores espectáculos que podemos contemplar en la cornisa cantábrica, concretamente en la Mariña Lucense, es la playa de Las Catedrales. Un monumento que la naturaleza ha labrado con la fuerza de los años y la ayuda del mar y los vientos. Un lugar que no hay que dejar de visitar si estamos por la zona.


El problema es que no solo nosotros somos los que queremos verla, el sitio se ha convertido en una autentica romería a la que acuden miles de personas todos los días y eso se ha convertido en un problema a la hora de regular su acceso.


Por ello debemos de planificar nuestra visita, y es imprescindible el entrar en el portal que ha habilitado la Xunta de Galicia para reservar plaza. Desde el 1 de julio al 30 de septiembre es obligatorio el hacer la reserva o no podremos bajar hasta la arena. El acceso se hace a través de una escalera en la que se nos pide que demos nuestro nombre y dni y enseñemos copia de la reserva (en papel, móvil, tablet, etc).


Nos pedirán datos del solicitante, los acompañantes y confirmar la reserva. En la autorización nos dicen el horario de las mareas y distintas recomendaciones para la visita.


El tema de las mareas es también vital para planificar la visita, ya que debemos de ir un par de horas antes de que se produzca la bajamar, para aprovechar bien el espacio que deja el agua y ver tranquilos y sin mojarnos esos monumentos naturales que constituyen los acantilados.


Os recomiendo que elijáis un día con mareas grandes ya que así dejan más al descubierto más terreno y que llevéis calzado que se pueda mojar, ya que irremediablemente deberemos de meter nuestros pies en algún que otro charco si queremos verlo todo.


Además os recomiendo que vayáis con suficiente antelación para buscar una plaza de aparcamiento, sobre todo si no tenéis más remedio que ir fines de semana, verano o sobre todo agosto. Hay varias zonas de aparcamiento habilitados pero son muchos los que queremos no perdernos este espectáculo y se suelen llenar sobre todo en el horario de bajamar.


Debemos de hacer caso de las recomendaciones que nos hacen los responsables del lugar y por favor evitar el subiros en las rocas, en coger mejillones o percebes, en dejar nada de basura, en definitiva que debemos de comportarnos como animales supuestamente racionales. El lugar debemos de mantenerlo tal y como nos lo encontramos para poder seguir disfrutando de el durante muchos más años.


En  si mismo esta playa, que ha sido considerada como la cuarta mejor de Europa, no es una zona muy propicia ni para el baño ni para tomar el sol, pero tiene la cualidad de ser un lugar con un encanto sin igual.



 La playa es de finas arenas blancas y las rocas están labradas por el paso del tiempo, el agua y el viento, conformando su erosión "ollos" (arcos) de hasta más de 30 metros de altura. Y en los cuales podemos adentrarnos y ver perfectamente como se produce la erosión, además existe personal experto en educación ambiental a los que podemos preguntar sobre su formación, mantenimiento, etc. Son gente muy amable y con amplio conocimiento del tema.


Percebes y ostiones veremos miles adosados a las rocas y por favor debemos de ser prudentes y no arrarncarlos, están ahí y cumplen una misión natural, no alteremos el medio.


Su longitud es de aproximadamente kilómetro y medio, y cuando bajemos no tengamos prisa que nos dará tiempo más que sobrado de disfrutar de todos los rincones. Recomiendo que empecéis siguiendo de frente al bajar las escaleras y llegar hasta la parte final, donde nos indican que no se puede pasar. Y luego volvamos nuestros pasos hasta la otra zona por detrás de la escalera, aunque más corta y menos espectacular que la primera.


Para acceder a la zona donde se encuentra As Catedrais, lo mejor es tomar la autovía del cantabrico y seguir las indicaciones. Nos llevan perfectamente hasta ella y es que está enclavada en el municipio de Ribadeo, pero un tanto alejada de su casco urbano. De todas formas no tiene ninguna perdida y ante cualquier duda preguntemos a cualquiera que sabrá darnos las oportunas referencias.


En definitiva una visita más que recomendable y que puede convertirse en un placentero día si además aprovechamos después de bajar a la arena y hacer otra ruta por la parte superior de esta joya. Eso sí debemos de ser muy prudentes tanto en la arena como por encima de los cortados, el lugar está expuesto a alturas considerables, vientos fuertes, nieblas, mareas, etc y no debemos de cometer estupideces que pueden costarnos un buen susto.






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