Los vientos "foráneos", que así llaman a los que vienen del mar, osea de fuera de la tierra, en Doñana hacen que se formen unas dunas de arenas finas que avanzan tierra adentro. Ese fenómeno se conoce como "trenes dunares" ya que se compone de distintas líneas de dunas que se alinean unas detrás de otras.
La arena del océano se va depositando tierra adentro formando unos cerros y que en este parque nacional son muy visibles desde la urbanización de Matalascañas hasta la punta de Malandar, frente a Sanlucar de Barrameda en la desembocadura del Guadalquivir.
En esta zona de costa existen cuatro cordones de dunas paralelas a la línea de playa y entre ellos aparecen los "corrales" que son como valles en su interior donde pinos y distinta vegetación en función del agua de la que dispongan.
Cuando la duna avanza entierra toda la vegetación que va alcanzando y luego cuando pasa la duna el pinar vuelve a aparecer por la cola, pero evidentemente ya degradado y seco. Osea que si andamos por la cresta de la duna estaríamos andando sobre las copas de los pinos que han sido enterrados.
Este es un proceso que no se detiene y que puede llegar a avanzar entre cuatro y seis metros al año. El cerro más conocido de Doñana es sin lugar a dudas el de los Ánsares, por recibir a miles de estas aves todos los días a tomar granos de arena que facilitan la digestión de las plantas que les sirven de alimento.
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