Si visitamos Almería no podemos dejar de acercarnos al Cabo de Gata, su singularidad sin más nos cautivará. Se trata de una atalaya extraordinaria, en un lugar original y de fácil acceso.
Desde el mismo el azul mar meditterraneo, sus aguas tranquilas, los cortados, las formas de sus piedras y la paz que se respira conforman un conjunto de sensaciones dificilmente transportables a un escrito.
Eso si debemos de alejarnos de la temporada veraniega 100% (julio, agosto) donde se producen aglomeraciones por toda la zona.
El acceso se hace desde la capital por la carretera de la costa, preferentemente, y podemos completar la jornada con una visita al pueblo de San José. Para ello debemos de dar la vuelta unos kilómetros por donde hemos venido y seguir las indicaciones.
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