Un recorrido corto, adaptado para todas las edades, comodo y con unas vistas sensacionales es el que nos lleva desde la pista de Guarrinza (Selva de Oza, Huesca) hasta el impresionante valle que se nos abrirá ante nosotros y por el que discurren de forma lenta y pausada las "aguas tuertas".
Nos dirigiremos en coche hacia el Valle de Echo, pasaremos el pueblo que da nombre al valle y despues Siresa, la pequeña y estrecha carretera finaliza en una pista de tierra en buenas condiciones.
El inicio del sendero nos lo marcará la prohibición de seguir con nuestro vehículo, el cual podremos dejar en un pequeño parking. Ahí cogeremos mochila, calzado cómodo, algo de liquido y comida y nos disponemos a pasar una agradable jornada de senderismo.
El recorrido total podemos adaptarlo a nuestras posibilidades, aunque para llegar al inicio del valle tenemos que salvar unos 300 metros de desnivel, unos tres kilómetros de recorrido (solo ida) por pista ancha y segura. Es ideal para realizarlo con niños.
El último tramo es el de más pendiente, y veremos como a nuestra izquierda se desploman las aguas que anteriormente parecen "muertas" en el valle superior. Una vez que lleguemos arriba del collado de aguas tuertas se nos abrirá ante nosotros un espectacular valle.
Los buitres son fijos en todo el recorrido y nosotros tuvimos la suerte de ver como se merendaban una vaca, es increible el trabajo tan delicado que realizan estos necrófagos, eliminando cualquier animal muerto.
Las vistas hacia atrás tampoco son despreciables.
Podemos caminar un poco más por los prados que hay en estos parajes y que si siguieramos andando podríamos llegar hasta el Ibon de Estanes, para ello ya tendríamos que preparar una buena jornada de senderismo pirenáico ya que al menos serían unos 20 kilómetros de recorrido total.
El río que recorre los más de 350 metros de anchura del valle es el Aragón Subordan y durante su más de 2 kilómetros de recorrido forman meandros, se enlentece hasta parecer que las aguas se paran, con un color especial, un verde intenso, unas montañas imponentes y un azul del cielo como solo en los pirineos sabe lucir. En definitiva un lugar que no hay que perderse si vamos por la Jacetania.