Cuando uno va por la tranquila carretera desde Mojacar hasta Carboneras y se le llena la vista de tanta costa virgen, de tanto terreno en estado natural, sin construcciones, si las aberraciones urbanísticas que hemos dejado atrás en la primera localidad, en definitiva pensamos que entramos en un parque natural único en el Sur de Europa como es el Cabo de Gata y que afortunadamente se ha librado de tanta especulación.
Pero nuestro gozo en un pozo cuando vemos en una cala, a la izquierda de la carretera, como escondido (sin poder esconderse) una mole de hormigón que parece se va a adentrar en el mar. Sin ningún pudor, sin tapujos, sin papeles, y al parecer sin remedio, a alguien se le "plantó" construir un macrohotel en un lugar pintoresco, singular y único. Para ello nada más tenemos que tener dinero, pocos escrúpulos y contar con una justicia lenta para los ricos y una administración torpe para todos.
Algo que también nos llamó la atención es que los vecinos de la zona están de acuerdo con la apertura del hotel y ello es razonable. Ya que el trabajo escasea y la necesidad abunda. La solución debe de venir de la mano de las distintas administraciones para poder hacer compatible la conservación del territorio con la llegada de un turismo sostenible con el medio ambiente. Mientras tanto continúa y continuará la guerra en los juzgados... y es que entre las barbaridades urbanísticas de algunos kilómetros antes y después y el no permitir nada, hay un termino medio.
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