La naturaleza suele sorprendernos todos los días por mucho que pasemos días y días en el campo, comprobamos como los animales en general y las aves en particular son muy recelosas, sobre todo en época de cría y en zonas cercanas a sus nidos. Pero en una visita reciente al entorno del Parque Nacional de Doñana y recorriendo, en coche, la zona de carriles del Abalario descubrimos como los abejarucos tienen sus nidos justo al lado del carril.
Fue una sorpresa maravillosa la que nos llevamos cuando veíamos como con total tranquilidad estas coloridas aves hacen sus boquetes en el suelo arenoso, escarbando con sus patas, paralelo a los carriles, se posan en los cables eléctricos, se lanzan una y otra vez a la caza de insectos y se meten en los nidos para alimentar a la prole.
Sin camuflaje, sin protección, a la vista de todos, los abejarucos (Merops apiaster) cazan, anidan, procrean y realizan vuelos acrobáticos sin importarles los que por allí pasen (que realmente no son muchos). Son cientos los nidos que tienen en esa zona y verdaderamente son un espectáculo que desde el coche disfrutamos.
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