En el Parque Nacional de Doñana todo parece detenerse, o al menos eso se intenta, para preservar un lugar único en el Sur de Europa y ver como afecta el paso del tiempo en su discurrir normal a la vida que existe dentro de este gran trozo de terreno que en su día fue inexplorado. Parte de ello son los alcornoques centenarios que en el interior de la Reserva Biológica existen y que nos muestran la grandeza que pueden llegar a tener estos árboles del genero Quercus.
Aquí están sin someterse a las podas para quitarles el corcho que los recubre, con ello pueden llegar a vivir más de 500 años, cifra que se merma considerablemente si cada 9 años son "descorchados".
La sombra que dan es muy util para que los helechos crezcan debajo de el , ya que estos necesitan mucha sombra y humedad.
Una característica que tiene el Parque Nacional es que todos los árboles están enumerados y tienen sus "placas identificativas" clavadas en el corcho.
En estos ejemplares de muchos metros de altura y circunferencia en su tronco podemos admirar como el corcho gris, al que se le llama bornizo, presenta unas enormes grietas longitudinales que se les conoce con el nombre de "colenas".
Es una suerte que todavía podamos admirar estos ejemplares en un parque que ha sido sometido a todo tipo de tropelías en tiempos pasados y que hoy día se quiere aislar de toda intervención humana, y esto también es una pena porque no podemos disfrutar de toda la riqueza que alberga en su interior al estar vetado casi al 100%.
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