Los pueblos blancos de la Sierra de Cádiz no lo son por casualidad, tanto la facil obtención de la materia prima para pintarlos, como lo ideal del color blanco para evitar los rigores del calor extremo de nuestros veranos, hacer que las "caleras" fuesen muy frecuentes hasta mediados del Siglo XX.
La roca caliza, tan presente en la Sierra de Grazalema, hace que cuando se somete a grandes temperaturas durante tiempo se tornan igual que la cal viva.
El método era relativamente sencillo, se cojían unos buenos montones de piedras, de las que no faltan por estos pagos, se amontonaban en un pozo construido al efecto y rodeado de más piedras. Se dejaba un hueco entre las piedras por donde se metían gran cantidad de vegetales y se le prendía fuego para dejarlo ardiendo durante al menos tres días. Además esta técnica contribuía a tener controlado los pastizales y evitar incendios.
La cal no solo se utilizaba para pintar ("encalar") las casas sino que se usaba como cemento mezclándola con arcilla y arena, para desinfectar las cuadras y aljibes, para hacer desaparecer los restos de animales sacrificados o muertos en el campo, e incluso como abono para la tierra. Toda estas utilidades nos hacen ver cuanto más imbéciles somos en estos tiempos modernos de tan poca sabiduría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario